Mujeres en la policía, como en todas partes
Dos pasos adelante y cinco atrás. No es exactamente la cita histórica a la que hace referencia, pero viene a describir lo que sucede con algunos partidos políticos que, según sopla el viento, se muestran tan defensores de los derechos de las mujeres como el que más, aunque se bajan del autobús en plena carrera en cuanto aparecen las curvas.

Las fuerzas y cuerpos de seguridad, que son un colectivo de enorme relevancia social por las tareas que realizan, cuentan con una presencia minoritaria de mujeres. Por ello, la nueva Ley de Policía Local, que ahora está en trámite parlamentario, establece la reserva de un 30 % de las plazas que se convoquen para las mujeres. Aborda así, de manera valiente y decidida, un problema evidente para cualquiera, menos para el ciego que no quiere ver.
Esta situación es una grave injusticia y un enorme error. Injusticia porque excluye de una profesión, de un ámbito laboral, a las mujeres solo por el hecho de serlo, impidiéndoles desarrollar una vocación de servicio exactamente igual que los hombres. Error porque consentir que los cuerpos de seguridad estén formados por una abrumadora mayoría de hombres lanza un mensaje a la sociedad y, sobre todo, a las futuras generaciones, que no tiene nada de moderno ni de igualitario. Asimismo, no tomar medidas de corrección es mantener el antiguo y casposo estereotipo que hace de las mujeres seres débiles e indefensos. No empeñarse en que ocupen la parte que les corresponde de todos los espacios sociales y laborales es nocivo y retrógrado. Sin hablar de los nefastos efectos de esa fotografía en la que las mujeres no aparecen porque, al parecer, no son capaces de ostentar autoridad ni responsabilidad alguna.
Los partidos como Ciudadanos y el Partido Popular, que son capaces de votar a favor de leyes para garantizar el 50 % en los órganos de las instituciones de la Generalitat, y, sin embargo, se niegan a aplicar el mismo criterio compensatorio ante otras realidades igual de discriminatorias, se lo tienen que hacer mirar. Que reconozcan además las dificultades de las mujeres para promocionar en el Cuerpo y sean tan miopes a la hora de detectar los obstáculos que encuentran para su acceso inicial, es también una importante disfunción.
Tendrían que aprender del esfuerzo que realizan el conjunto de la sociedad y muchos hombres para entender las cuotas como lo que son: una herramienta de carácter provisional, que impone mecanismos desiguales para corregir situaciones desiguales y que podrá ser descartada en la medida en que surta los efectos esperados. Los propios policías y sus sindicatos, que apoyan esta ley, han tenido la sensibilidad necesaria para apreciar esta injusticia crónica y la generosidad de adoptar las medidas imprescindibles, a veces con resistencias lógicas y superables. Sería deseable que entre quienes ostentan responsabilidades políticas, nadie se contradijera a sí mismo y diera muestras también de esa inteligencia, que no es más que coherencia en el esfuerzo por una sociedad de iguales.
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