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28

ene 2022

El cuidado descuidado

28 de Enero de 2022. Mar Vicent

CCOO lleva tiempo exigiendo el desarrollo de medidas efectivas y ambiciosas, así como la ampliación de ciertos derechos capaces de dar respuesta a estas situaciones. Se puede y se debe hacer, como Administración Pública que ha de velar por el bienestar de las personas más vulnerables, en este caso menores. Es el momento oportuno puesto que se está en plena negociación del III Plan de Igualdad para el personal de la Generalitat Valenciana.


 

Si hay un tema estrella hoy en la calle y en los centros de trabajo son los problemas derivados del confinamiento obligado de la población escolar. Más de 300.000 criaturas en casa suponen un problema monumental para las familias que no pueden ni quieren renunciar a su responsabilidad de atender a los menores, so pena de incumplir un deber innegociable como es su cuidado. Cuando la escuela informa sin previo aviso de que las criaturas han de confinarse, a muchas familias se les cae el mundo encima, porque las soluciones para afrontar la situación son pocas y complicadas.

En la actualidad está vigente el Plan Me cuida, que facilita, relativamente, la adaptación de jornada. También posibilita su reducción hasta en un 100 %, lo que exime de trabajo y salario en la misma proporción. Pero poca gente puede prescindir del total de sus ingresos sin comprometer gravemente su subsistencia. El teletrabajo es otra opción, con sus luces y sus sombras, aunque son innumerables los empleos que no lo permiten. Las abuelas y los abuelos ya no pueden ser la compañía adulta que se precisa por el riesgo de contagio.

Es una situación endemoniada, teniendo en cuenta que las bajas laborales solo cubren a las personas infectadas, pero no a quienes tengan menores enfermos y/o confinados a su cargo. Aspirar secretamente a sufrir el contagio o incluso retrasar la vacuna no pueden ser estrategias aceptables.

Partiendo de la premisa de que, a determinadas edades, niñas y niños no pueden quedarse solos, el hecho es que dos años después del debut de la pandemia no se han previsto soluciones novedosas y efectivas que garanticen la atención necesaria, evitando cargar sobre las mujeres la responsabilidad de hacerle frente. Ya en los momentos álgidos de la crisis sanitaria se constató que fueron ellas, una de cada cuatro, las que renunciaron a su trabajo para cuidar.

En la Administración Pública y en los ayuntamientos tampoco existen medidas que afronten el problema, facilitando una solución integral al conflicto creado con los confinamientos preventivos de escolares. El vacío existente demuestra una falta de coherencia considerable con aquellas solemnes declaraciones que asignaban a las tareas de cuidado la relevancia que ahora les niegan.

Desde el ámbito sindical, no se inicia ninguna nueva campaña cuando se reclaman derechos que permitan la conciliación y el fomento de la corresponsabilidad. Descuidar el cuidado no es una estrategia sostenible. Ponerse de perfil, capear el temporal, abdicar de la propia responsabilidad, no es lo que necesita ahora una plantilla de personal cansada que ha demostrado con creces su responsabilidad con la ciudadanía. Tampoco una sociedad exhausta que necesita que los poderes públicos asuman el papel resolutivo y ejemplificador que se espera de ellos.

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