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sep 2010

Huelga general, necesaria e imprescindible

6 de Septiembre de 2010. CCOO PV

CCOO y UGT han convocado para el 29 de septiembre una huelga general contra la reforma laboral y los recortes sociales y salariales. Con la responsabilidad de representar a uno de los sindicatos convocantes y la contrastada trayectoria de coherencia del movimiento sindical en los últimos 33 años, me atrevo a afirmar que estamos ante la huelga general más justificada y justa de cuantas hemos conocido desde 1985.


Cierto que cada vez que los sindicatos hemos utilizado este excepcional recurso, lo hacíamos convencidos de que la agresión del Gobierno y de ciertos sectores del poder empresarial merecían la respuesta sindical más contundente; pero no es difícil advertir que, en esta ocasión, las decisiones económicas y laborales del Gobierno la hacen más necesaria e imprescindible que nunca.

¿Por qué, entonces, irrumpen voces y opiniones, sobre todo en los medios de comunicación que cuestionan la oportunidad de esta huelga? Primero, porque en una sociedad abierta y democrática como la nuestra parece lógica y saludable la discrepancia; y segundo, porque una huelga general es la expresión más radical del conflicto social y se entiende que haya controversia social, política y mediática.

Pero, ¿qué me lleva a afirmar que estamos ante una huelga general necesaria e imprescindible? Que los sucesivos paquetes de medidas decretados por el Gobierno de Zapatero constituyen la mayor agresión al derecho laboral de los últimos 33 años. Me explico. El Gobierno aceptó tarde el diagnóstico de la crisis; enfrentó la misma, en una primera etapa, con promesas solemnes de respetar las prestaciones sociales y los derechos de los trabajadores; y protagonizó, sin solución de continuidad, un cambio súbito, del que se hizo abanderado dogmático, con tres ideas básicas: fin de las políticas públicas de reactivación económica, recorte sin precedentes de los derechos de los trabajadores, y renuncia a una reforma fiscal más justa, suficiente y redistributiva que, además, permitiera al Estado disponer de mayores recursos para enfrentar situaciones de crisis.

¿Difícil explicación o discrepancia con la huelga?

Sectores próximos al Ejecutivo o, incluso, portavoces de la derecha mediática, acusan a los sindicatos de convocar una huelga que no está justificada. En el caso de los medios más conservadores su campaña es consustancial a su ADN; llevan tiempo militando en el descrédito institucional de los sindicatos. En relación con las opiniones del entorno progresista, las cosas hay que llamarlas por su nombre: no es que los sindicatos encuentren dificultades para explicar las razones de la huelga; es que ciertos medios discrepan de su convocatoria, en algunos casos con argumentos de autoridad como el que atribuye las medidas del Gobierno a "exigencias de la realidad". No, la huelga se apoya en sobrados motivos para su convocatoria, pero como todas las huelgas, necesitan de una paciente, meticulosa y sostenida campaña de movilización sindical para garantizar la participación de los trabajadores activos y en paro en la huelga general.

Veamos. Se cortó de raíz la inversión pública y con ella se resintió el ya castigado empleo; se anunció el retraso obligatorio de la edad de jubilación a los 67 años; se redujo 5 puntos el salario de los empleados públicos; se congelaron las pensiones; se acabó con el derecho a la retroactividad de las personas dependientes; se decreta una reforma laboral que abarata, facilita y hace más rápido el despido -no es una afirmación ocurrente, es la conclusión práctica de la norma aprobada-; se renuncia a combatir la dualidad del mercado de trabajo y se perpetúa la temporalidad; se sigue dando manga ancha a los empresarios para que abusen de la precariedad con víctimas conocidas (jóvenes, mujeres e inmigrantes); y se enciende la luz verde para que las agencias privadas de colocación con ánimo de lucro intermedien en el mercado de trabajo, también en las Administraciones Públicas, mientras agonizan los Servicios Públicos de Empleo que el Gobierno se niega a mejorar. Los últimos datos de paro registrado vienen a cuestionar la oportunidad de la reforma laboral, al confirmar más desempleo, más temporalidad y reducción de la contratación indefinida.

"Son exigencias de la Unión Europea, los mercados y la propia realidad". Sorprendente. Las políticas, grupos y personas que provocaron la crisis económica y financiera son ahora las que marcan el camino de salida. Y lo que es peor; esta salida es aplicada y jaleada por quienes estaban llamados a combatirla. El propio Gobierno de Obama ensaya y pone en marcha otra política económica, mantiene los estímulos públicos y avanza parcialmente en la reforma del sistema financiero. La huelga es fácil de explicar directamente a los trabajadores, y no exageramos si concluimos que esta es la experiencia que estamos teniendo en los miles de reuniones y asambleas que hemos celebrado por todo el país. El problema es que cuando son otros los que informan y opinan de la huelga, el resultado es, obviamente, distinto.

La huelga será un hecho incontestable el 29 de septiembre. Las razones, más sólidas que nunca. No seríamos un sindicato a la altura de las circunstancias si atendiendo a mercados, lobbys financieros o inconfesables estrategias políticas sacrificáramos los intereses de los trabajadores por prioridades institucionales que siempre circulan por las avenidas del liberalismo económico. Cojan el Estatuto de los Trabajadores y la Reforma Laboral, evalúen si los derechos de los trabajadores están más o menos protegidos y saquen sus conclusiones.

Artículo publicado el 6 de septiembre de 2010 en Cinco Días.

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