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sep 2010

De reformas, coartadas, derechos y cortinas de humo

22 de Septiembre de 2010. Paco Molina Balaguer

Paco Molina Balaguer, Secretario General de CCOO PV Publicado en Las Provincias


El reto fundamental que se plantea a nuestro sistema de relaciones laborales es su dificultad manifiesta de resolver problemas actuales, tanto de fondo como coyunturales, con los mismos instrumentos que parecieron válidos en etapas anteriores. De la misma manera que ya no se puede recurrir a "devaluaciones de la moneda" para mantener la competitividad y la actividad económica, habría que entender que la devaluación del factor trabajo es un recurso inadecuado estructuralmente y también coyunturalmente, para hacer frente a la crisis.

Más allá de la injusticia que supone esa devaluación de derechos y garantías de la parte objetivamente más débil de la relación laboral, es evidente que una reforma del marco jurídico, de la Ley Estatuto de los Trabajadores que es la principal afectada por la Reforma, Titulos I y III relativos a la relación individual de trabajo y de la Negociación Colectiva, no puede atender los cambios de fondo en la empresa, ni solucionar los problemas coyunturales.

Si el llamado "mercado de trabajo" no es el causante de la crisis, las iniciativas que dan más capacidad discrecional a las empresas, eliminando procedimientos administrativos y judiciales relativos al despido (reduciendo el trámite a una mera declaración de previsión de mejoras o de situaciones negativas que los justifican), subvencionándolo con fondos públicos (FOGASA), reduciendo sus costes (al bajar los días de indemnización, generalizar el contrato de fomento, facilitando el recurso al despido "exprés" que elimina salarios de tramitación)...no tendrán más efecto estructural que reducir y eliminar derechos. Las consecuencias coyunturales se limitarán a lanzar un mensaje de atracción de inversiones con el señuelo de ponérselo más fácil a las empresas.

Pero es que además esta "coartada" para la responsabilidad del ejecutivo ("algo hacemos", "gobernamos...") va en dirección contraria de aquellas medidas alternativas que pueden conducir a cambiar patrones de crecimiento, cualificación y responsabilidad social. Éstas no se adoptan porque sólo darían resultado a medio o largo plazo. En cambio ésta norma provocará un "pésimo" efecto de forma inmediata, aunque no sirva más que como un placebo. Hay que buscar las alternativas donde se pueden hallar, no donde nos es más fácil buscarlas o donde mejor se nos puede ver con interés por encontrarlas.

Como dice el profesor Valdés Dal Re, "El marco jurídico de relaciones laborales no ofrece ni puertas ni ventanas para salir de la crisis" y resulta, cuanto menos "paradójico" que en el pensamiento económico actualmente dominante, en el que el derecho del trabajo y las instituciones laborales siempre han tenido un papel "subsidiario" y "ancilar" del progreso económico y social, no se oiga otra cantinela que la de que "hay que reformar ambas cosas y con ellas los mercados de trabajo para salir de la crisis".

Por esto nos movilizaremos el 29 de septiembre, día de la Huelga General convocada aunque, no le quepa duda al gobierno, nos mantendremos atentos para evaluar los efectos, en lo coyuntural y en lo estructural, de lo que han promovido.

Vamos a la huelga general, tan denostada, por coherencia con lo que desde el principio advertimos a las partes implicadas en la negociación de medidas para salir de la crisis. Haremos huelga para expresar a ambas nuestro rechazo y en ejercicio del derecho democrático al conflicto, además de a la crítica. Y porque la construcción de un Estado Social, además de democrático, resulta más fortalecido ejerciendo ambos derechos que con un silencio cómplice o con la actitud de ridiculizar al oponente, aunque perdamos todos.

Otras "acciones generales" no se convocan, siendo como son mucho más perjudiciales para la economía productiva. No están sometidas a preavisos, ni a servicios mínimos. Para promoverlas basta una efectiva "comunidad de intereses". Sin embargo, no se les presta tanta atención mediática, ni son objeto de ninguna descalificación social. ¿No merecería algún tipo de "sanción moral" la "huelga general de créditos" (en julio volvió a bajar el crédito), a pesar de las cuantiosas ayudas públicas al sistema financiero (ICO, FROB...)?¿Nada que argüir contra el doble juego con el BCE y los usuarios de servicios financieros o en la actuación sobre "deudas soberanas" de los estados?¿Qué decir de la no convocada huelga general de impuestos, cuando se da una fuerte caída de la recaudación durante 2009, en IVA, por ejemplo, muy superior a la contracción de actividad?¿Qué decir de la ausencia de iniciativas contra el fraude de quienes se apuntaron a acabar con los paraísos fiscales?

Con la huelga no finalizará nuestra responsabilidad social con las trabajadoras y los trabajadores. Mal que les pese a muchos, seguiremos siendo imprescindibles en la defensa de ese Estado Social que propugnamos y defendemos. Compromiso que ejercemos, que nadie nos ha otorgado y que nadie nos podrá quitar.

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