30

sep 2010

Los "malvados" sindicatos

30 de Septiembre de 2010. Javier Perez Ferre

Jaume Mayor Salvi, Secretario de Acción Sindical y Relaciones Laborales


Que el movimiento sindical no es del agrado de todos es una evidencia histórica, animadversión que padecen, con más o menos intensidad, otros movimientos sociales, políticos o religiosos. El odio a los sindicatos proviene, esencialmente, de aquellos sectores que detentan el poder económico, ya que la defensa de los intereses de trabajadores y trabajadoras, supone una merma de poder y renta de la parte empresarial. No debería extrañarnos esta campaña de descrédito de los sindicatos por parte de aquellas cadenas de televisión y de radio, periódicos, o profesionales a sueldo, financiados por dichos poderes y dirigidos por empresarios y empresarias, a menudo inmersos en sus propios EREs particulares. Sin embargo, asusta, por antidemocrática, por sucia.

Llega a tal punto el linchamiento que, sea cual la actuación sindical, siempre resulta punible. Hace meses que los tachan de vendidos, lo que les impedía hacer una huelga general a Zapatero. Ahora, una vez convocada, les llaman irresponsables, ultraizquierdistas, vividores. Con huelga o sin ella, todo vale para deteriorar la imagen de las únicas organizaciones que representan a millones de trabajadores. Cuando se vuelve a la carga con el manido tema de los "liberados" sindicales, se olvida que también hay "liberados" en las confederaciones empresariales y que se está atacando como al peor de los males un derecho constitucional, desarrollado por leyes orgánicas, que se legitima con el voto de millones de trabajadores a elegir sus representantes. Curioso. Para aquellos que se visten y se acuestan con la bandera y la Constitución, este derecho en concreto resulta una carga para el país.

El objetivo de tanto descrédito es doble: mientras hablen de sindicalistas "endemoniados" no se explica la Reforma, la mayor facilidad para despedir barato, el tratamiento del parado como mercancía o las mayores posibilidades de descuelgue salarial, ni el fraude fiscal, o el ataque al sistema público de pensiones, ni la corrupción política o las escuchas ilegales, la opaca financiación de partidos, o el deterioro de los sistemas sanitarios y educativos, etc.

La consigna es desprestigiar al movimiento sindical, a través de los "liberados", de las subvenciones, o de la convocatoria de movilizaciones. Da igual que estén avalado por las urnas o por la ley, ni que las subvenciones, recibidas con luz y taquígrafos y fiscalizadas por los órganos competentes, representen la mitad de las recibidas por las confederaciones empresariales. Precisamente esta reacción corrobora que el movimiento sindical va por buen camino en la defensa de los intereses de trabajadores y trabajadoras. Si nuestro contendiente natural nos aplaudiese en nuestra actuación, algo funcionaría mal.

Se reducen los derechos laborales, se aumenta el poder empresarial, su capacidad para reducir salarios, modificar la jornada o dificultar la defensa de la salud laboral. Ante esta política de ataque a derechos básicos, y ante la imposibilidad de negociar más, los sindicatos, representantes de los trabajadores y trabajadoras de este país, convocan una Huelga General.

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