15

sep 2011

Al trabajo a pie, en bici o en transporte público

15 de Septiembre de 2011. Consuelo Jarabo Latorre

Consuelo Jarabo Latorre Secretaria Medio Ambiente


Si a partir de mañana, todas aquellas personas que conservamos un puesto de trabajo, aplicásemos a rajatabla esta sencilla regla, estaríamos iniciando una revolución sin precedentes, con consecuencias altamente positivas no sólo para nuestra economía y salud, sino también para el empleo y el medio ambiente.

Del 16 al 22 de septiembre celebramos la Semana Europea de la Movilidad, una iniciativa que cumple 10 años y que pretende poner de manifiesto que otra movilidad es posible; que el modelo imperante en la mayoría de los países europeos, especialmente en la mayoría de grandes ciudades, no tiene sentido alguno.

Entre los desplazamientos diarios, una buena parte se deben a los realizados para acceder a los lugares de trabajo. Y, por tanto, facilitar el abandono del vehículo privado frente a medios de transporte más sostenibles debería ser una apuesta de las empresas y fomentarlo uno de los objetivos de las administraciones.

La contaminación global por emisiones de CO2 de transporte supone más del 40% del total de emisiones y el 82% del CO2 emitido por los medios de transporte en las ciudades procede del vehículo privado. Por otro lado durante el último lustro, más de 130 personas del País Valencià perdieron la vida en accidentes "in itinere" (al ir o volver del trabajo). En el mismo periodo, el balance de heridos graves por este tipo de accidentes superó la cifra de 900, y el número de bajas laborales por el mismo motivo alcanzó las 42.000.

Si las trabajadoras y trabajadores fuésemos capaces de aplicar esta sencilla regla -al trabajo a pie, en bici o en transporte público- estaríamos apostando en primera persona por un progreso basado en el desarrollo sostenible. Pero, como ya hemos dicho, las medidas más urgentes y significativas son aquellas que pueden adoptar empresas y administraciones, que como casi siempre, tiene "la sartén por el mango", y a las que debemos contribuir decididamente a nivel personal.

Por eso nos tienen que oír alto y claro, reclamando planes de movilidad sostenible allá donde no los hay, incluyendo la forma de acudir al puesto de trabajo en las evaluaciones de riesgos laborales; exigiendo mayores inversiones de todas las administraciones en transporte público, que impliquen una mayor oferta a mejor precio y también mayor seguridad, para que nunca más vuelva a repetirse una catástrofe, evitable, como la del accidente de la Línea 1 de Metro Valencia.

En definitiva, la Semana Europea de la Movilidad debe servir también para remover nuestra conciencia de clase, para cambiar desde ya hábitos y costumbres. Por el bien del empleo, de nuestra economía, de nuestra salud y de nuestro medio ambiente. Entre todas y todos, podemos. Desplacémonos de forma eficiente, mejoremos nuestra movilidad.

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