14

jul 2014

Hacia el infierno

14 de Julio de 2014. Maria Del Mar Vicent Garcia

Por Mar Vicent, secretaria de la Dona FSC CCOO PV


Meter a la gente en la cárcel por hacer huelga es el primer paso de una escalera que nos lleva al infierno. Al infierno de la democracia, claro. Pero sin embargo, es una realidad que a mucha gente le resulta indiferente. Que los encierren, dicen, medio divertidos y muy despreocupados.

También lo dicen un poco extrañados, es cierto, porque resulta un poco anacrónico que se condene a personas por actos que a estas alturas no parecían ser delito, entre otras cosas porque no lo son. Pero en este país pasan tantas cosas absurdas e incomprensibles? Además, las condenas afectan a sindicalistas, esa gente tan desacreditada a la que se ha despellejado a gusto con los suficientes medios y durante el suficiente tiempo como para impedir que ahora sus condenas generen cualquier tipo de solidaridad.

Y sin embargo, las condenas a sindicalistas y en general, a personas que han ejercido su legítimo derecho a la huelga como último recurso ante una realidad inaceptable, son efectivamente un paso decisivo hacia el infierno: una sociedad sin derechos donde impera la ley del más fuerte que impone sus condiciones utilizando la violencia y la coerción. Y el mundo del trabajo, de las empresas y fábricas, es cada vez más un ámbito hostil a causa de la presión angustiosa ejercida contra los trabajadores para que trabajen más horas, en peores condiciones y con menores salarios. Es fácil conseguirlo si la presión va acompañada de la eliminación de las herramientas para defenderse, es decir, de los sindicatos.

Quizás ellos se lo han puesto fácil cometiendo errores considerables lo que ha permitido aplicar la vieja táctica de derribar el edificio porque en algún armario había carcoma. Pero derribada la casa, ya no hay donde refugiarse y por eso, a día de hoy, la clase trabajadora para resistir y subsistir no tiene más esperanza que contar con un sindicalismo de clase, activo, entregado, operativo y con garantías.

Hay 81 procedimientos abiertos y son 265 los sindicalistas incursos en procesos penales o administrativos, así que parece que alguien ha apostado por la táctica adecuada. Esto, en un país donde siguen en la calle y ocupan cargos públicos personas acusadas de defraudar, abusar y corromper en proporciones estratosféricas.

Garantías democráticas para ellos hay más que suficientes, pero no para los sindicalistas, esas bestias negras que según parece, son los culpables del paro, de la corrupción, de la crisis y de la muerte de Kennedy. Cuando acaben con ellos, la última línea de defensa, ya no habrá límites para la sobreexplotación y el abuso. Bienvenidos al infierno.

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