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oct 2018

Es el momento del trabajo decente

8 de Octubre de 2018. Consuelo Navarro Sánchez

Alicante es hoy la antítesis del Trabajo Decente. Los derechos que antes se daban por sentados se han cuestionado y se conculcan a diario, tanto por el marco legal hostil a la justicia y la igualdad, como por un mercado productivo que basa buena parte de su resultado económico en el abuso de las condiciones laborales de las plantillas (temporalidad, parcialidad, sobrecarga de trabajo, economía sumergida, discriminación de la mujer, incumplimiento de la normativa básica en prevención de riesgos, uso fraudulento de la figura del autónomo, es decir, impulso empresarial del falso autónomo).


En Alicante hay sectores que, de manera crónica, explotan a las plantillas: aparadoras, camareras de piso, trabajadoras del hogar, pero también otros perfiles en hostelería o construcción que cotizan por debajo de su jornada real y realizan actividades que no corresponden a la categoría que figura en el contrato (por ejemplo, pinches haciendo de cocineros o cocineras). Los derechos laborales y sindicales son violentados de manera cotidiana en nuestro entorno cercano.

Las últimas reformas laborales, cuyo objetivo, ya no lo duda nadie, era rescatar la cuenta de resultados de las empresas a costa de recortar derechos laborales, han ido más allá y, directamente, violan o facilitan la violación de Derechos Humanos. Seguramente, algunas situaciones en algunas empresas serían denunciables directamente al Tribunal Europeo de Derechos Humanos: En España, cada día, tres trabajadores/as salen de sus casas para ir al trabajo, y no regresan, mueren en el tajo. Y otras muchas personas se enferman o accidentan por unas inexistentes medidas de prevención en el centro de trabajo.

Se viola el derecho a la vida, pero, también, el derecho a la dignidad cuando no se paga lo acordado en contrato o en convenio, no se cotiza por el trabajo efectivamente realizado, se insulta, acosa o maltrata a quien trabaja, se despide de forma arbitraria. Se empobrece conscientemente cuando pagas salarios de miseria que disparan la pobreza laboral. Hoy sigue siendo una realidad la existencia de trabajadores y trabajadoras pobres, y no lo decimos sólo en CC OO, sino que Oxfam Intermon o el informe FOESSA avalan esta realidad

Las trabajadoras y trabajadores tenemos un instrumento privilegiado para luchar por unas condiciones de trabajo dignas: la organización sindical, el sindicalismo de clase. Y esto lo saben quienes, con nuestros votos y nuestros impuestos, han recortado nuestros derechos. Tanto lo saben que en la última reforma laboral una parte de las medidas va dirigida a debilitarnos y por ello intentan instalar: la famosa ultraactividad poniendo fin a la vigencia del convenio colectivo, la prevalencia del convenio de empresa sobre el de sector. Todo esto acompañado de medidas que controlen y disuadan nuestra respuesta social en la calle a través de la ley mordaza, de criminalizar la libertad de expresión.

Hoy la clase trabajadora tiene una oportunidad para que nuestra resistencia en los centros de trabajo y en la calle obtenga su traslado en el espacio de la política real, efectiva, la política para las personas. Y por ello debemos entrar a canalizar a través del aumento de la conflictividad y la movilización nuestras exigencias laborales, económicas y sociales. Sigue siendo actual aquello de no hay pan para tanto chorizo, no habrá paz para tanto juez/a miserablemente machista, no habrá paraíso fiscal para tanto banquero y empresario defraudador y explotador. Las cadenas las rompemos con conciencia de clase, feminista e internacionalista.

Este 7 de octubre, aspiramos a seguir conformando colectivamente las condiciones socioeconómicas para cambiar las reglas que nos hacen la vida muy difícil a la mayoría de las personas que como trabajadoras y trabajadores nos levantamos cada día para ir a currar, o cuidar de nuestras familias y entorno. Es el momento.

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