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oct 2018

El trabajo decente en la era digital

8 de Octubre de 2018. Ana García y Daniel Patiño

La principal preocupación en España, según el último barómetro publicado del CIS, es el paro, la punta visible del iceberg de la violencia estructural ejercida por un marco normativo desequilibrado de origen. El marco de contratación ha de revertir la situación de precariedad, potenciando salarios decentes y condiciones de trabajo dignas.


Entre los 25 países de la OCDE, únicamente dos cumplen mayoritariamente con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS 8) “Trabajo Decente y Crecimiento Económico”: Islandia y Luxemburgo. La Agenda 2030 evoluciona paulatinamente en yuxtaposición con la pérdida de confianza en los poderes públicos y su capacidad de intervenir en el mercado, o lo que es lo mismo, a conjugar los dos aspectos del Objetivo con equidad. El tiempo de la promesa colectiva de un avance común en la creación de riqueza y su distribución no transcurre por su mejor momento, desde las políticas nacionalistas y las restricciones territoriales de la movilidad de personas a intensos cambios tecnológicos como nunca antes se vieron y a gran velocidad.

La principal preocupación en España, según el último barómetro publicado del CIS, es el paro, la punta visible del iceberg de la violencia estructural ejercida por un marco normativo desequilibrado de origen. La realidad nos muestra un paro desmesurado, con altas tasas de temporalidad y de rotación de entrada y salida del mercado laboral, con un incremento de la contratación a tiempo parcial no deseada, escaso nivel educativo en la mitad de la clase trabajadora desempleada, horas extras no remuneradas y una protección social insuficiente. No es aceptable el acceso a un empleo precario en los términos que a día de hoy se produce.

Pero como en todo conflicto, el iceberg esconde mucho más de lo que aflora y el mercado laboral no es ajeno, cala en toda capa social y ámbito productivo. Las desigualdades entre la creación de riqueza y disputa de salarios crecen exponencialmente, perpetúan el marco de violencia y el desequilibrio entre los beneficios generados por las empresas y su redistribución. Ante esta situación tenemos un gran desafío en la transformación del modelo productivo que se sustenta en la “era digital”, que provoca abusos laborales y una moderna esclavitud de la clase trabajadora, que subyuga las condiciones de vida, convirtiendo el trabajo en “indecente”, “abusivo” y “explotador” y que pretende obtener el máximo rendimiento a costa de las trabajadoras y trabajadores.

Apunta el filósofo Howard Richards que “hasta que la vida humana se reorganice para encontrar un trabajo decente el problema del trabajo será un cuello de botella, si no se resuelve, no se reducirán a proporciones manejables problemas tales como drogadicción, pandillas, crimen, nacionalismo étnico, racismo, sexismo, depresión crónica, problemas de inmigración, pobreza en la vejez, enfermedades mentales, guerra, escuelas de la ciudad, tomar las medidas necesarias para salvar la biosfera”. En efecto, valorar la centralidad del trabajo en nuestras vidas se antoja nuclear para el cumplimiento no solo del ODS 8, sino con impacto en, al menos, otros 10 Objetivos más, por lo que las reformas del marco normativo laboral y ampliar los recursos contra el trabajo informal suponen la primera piedra del contrato social, con dos fines: reducir la violencia social estructural y anticiparse a los desafíos que marcarán el desarrollo de los próximos años, el cambio climático y la robotización.

En el mercado laboral urgen correcciones colectivas que garanticen el reequilibrio y paralicen la individualización de las relaciones laborales

Con este diagnóstico, la propuesta ha de trascender a la denuncia. En el mercado laboral urgen correcciones colectivas que garanticen el reequilibrio y paralicen la individualización de las relaciones laborales. Por ello, el marco de contratación ha de revertir la situación de precariedad generalizada, potenciando la estabilidad, salarios decentes y condiciones de trabajo dignas. Es en el seno de la empresa donde corregir la discriminación laboral y salarial entre hombres y mujeres, entre la subcontrata y la empresa principal, convirtiendo la protección de los derechos en uno de los objetos sociales de la empresa al mismo nivel que la puesta en el mercado de bienes y servicios.

El trabajo ha de proporcionarnos las suficientes garantías para el desarrollo de la persona y su carrera profesional, la prevención de todas las exposiciones a los riesgos laborales y, a su vez, la contribución al sistema de Seguridad Social. Por ello, urgen acciones encaminadas a garantizar los derechos de formación de las personas con empleo y sin empleo, la inclusión y desarrollo de quienes tienen mayores dificultades, la intervención en las condiciones de trabajo para proteger la seguridad y la abolición de la desigualdad salarial entre mujeres y hombres o por razón de edad. Fueron promesas electorales previas a la sustitución del Ejecutivo, el incumplimiento actual resulta injustificado.

CCOO, como primera organización sindical de este país, va en una doble dirección: exigir a las organizaciones empresariales el cumplimiento de los compromisos acordados como el AENC (Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva) e impulsar la gobernanza de las relaciones laborales, tanto en la disputa de la riqueza mediante la negociación colectiva como a través del diálogo social para vigilar el cumplimiento de los ODS. Estas acciones han de ser prioritarias para poder afrontar los desafíos de la digitalización y la robótica, que imperan en un mercado laboral desequilibrado, donde es fundamental la cualificación del conjunto de trabajadores y trabajadoras, así como avanzar hacia una producción sostenible social y medioambientalmente, consiguiendo mayores tasas de trabajo decente.

Por último, no se pretende obviar el modelo de negocio tradicional con soporte digital. La estrategia sindical de CCOO para esta economía de plataformas está definida, tanto en los objetivos de lo que se quiere (laboralidad, protección, colectivización) como en lo que no se quiere (explotación, desarraigo, individualización). Aflorar y organizar este trabajo muchas veces invisibilizado o sobremediatizado requiere seguir trabajando con la autoridad laboral y desarrollar una acción sindical más tradicional, sin perjuicio de los avances llevados a cabo supra Estado-nación y la clarificación de objetivos con otras organizaciones. El trabajo decente no admite resiliencia, aun la incertidumbre, la indefinición y, en algún caso, la incoherencia de los vistosos planes para la consecución de la Agenda 2030, siendo la reconstrucción de esos derechos nuestro objetivo.

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