17

nov 2020

Una mirada crítica a la transición ecológica

17 de Noviembre de 2020. Jesús Ballesteros

La transformación energética y la nueva revolución industrial la vamos a financiar todos con gasto público.


El Green New Deal incorporado a la política de la Unión Europea es ya la nueva estrategia de crecimiento y contra el calentamiento global que se implementará como mecanismo de reconstrucción económica tras la pandemia. Había otras alternativas como el decrecimiento, una corriente de pensamiento político, económico y social favorable a la disminución controlada de la producción, con el objetivo de establecer una nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, que rechaza el objetivo de crecimiento económico en sí del liberalismo y el productivismo. Pero hemos votado por el Green New Deal .

Debemos emitir menos gases de efecto invernadero y para ello se ha establecido un Plan de Inversiones del Pacto Verde Europeo. Se movilizará un mínimo de un billón de euros de inversiones sostenibles en la próxima década: el mayor porcentaje de la historia de gasto público en acción por el clima y en favor del medio ambiente con cargo al presupuesto de la UE.

Parece claro que la transformación energética y la nueva revolución industrial la vamos a financiar todos con gasto público. Quizás a esto se refería Sarkozy con lo de «refundar el capitalismo», fondos públicos para sostener el liberalismo. En la anterior crisis ya vimos como se rescató a los bancos para que el sistema no cayera, aplicando el austericidio para financiarlos. Ahora que el covid ha dejado maltrecha la economía, el capitalismo vuelve a amortizar la crisis para renacer más vigoroso con un gran negocio: la economía verde. La estrategia europea es, pues, financiar y subvencionar el negocio de la economía verde, ahora que la sociedad exige luchar contra el cambio climático y que las corporaciones sistémicas tienen garantizada la actividad con unos márgenes superiores de rentabilidad.

La movilización mundial contra la emergencia climática que ha tenido a la joven activista Greta Thunberg como referente no podía suponer una amenaza antisistema ni cuestionar el consumismo ni la propiedad privada. Por el contrario, esta movilización debe ser incorporada al sistema. Tal es así que puede acabar dando nombre a un modelo de coche eléctrico, de igual forma que El Corte Inglés acabó vendiendo camisetas del Che Guevara o hemos visto anuncios de cerveza con las manifestaciones del 15M. El capitalismo tiene la capacidad de convertir en negocio hasta las luchas anticapitalistas, integrar a sus organizaciones y salir más fuerte con cada crisis.

La transformación puede generar conflictos sociales y territoriales, pero para estos también hay dinero y lenguaje: la transición justa. Se trata de un mecanismo para mitigar el impacto socioeconómico con ayudas a la clase trabajadora y a los territorios que dependen de la cadena de valor de los combustibles fósiles. Un mínimo de 100.000 millones de euros durante el período 2021-2027 en las regiones más afectadas.

Ante la crisis ecológica que obliga a cambiar la producción y la crisis económica que exige políticas expansivas, utilicemos dinero público y endeudamiento para crear las mejores condiciones de mercado, de forma que la nueva industria y la nueva energía verde sean un gran negocio que garantice la continuidad del sistema. A las personas perjudicadas les ayudamos con su propio dinero para que puedan consumir nuestros productos, como con la reconversión industrial. Las que tengan la tecnología, a forrarse; las que tengan las fuentes de energía y la mano de obra barata, estrategia colonial y turismo. Quien tiene los medios de producción levanta el imperio económico, se hace con el poder político y crea las estrategias para perpetuar su poder y riqueza. No sé qué tiene de justa esta transición.

No puede haber transición justa ni justicia social si subvencionan con gasto público las iniciativas para el aprovechamiento del sector privado. Una transición justa requiere el rechazo de todos los mecanismos que permiten la mercantilización de los recursos de nuestra madre Tierra. ¿De quién es el hidrógeno, el viento, el sol o el agua?

Una transición justa requiere un modo de producción completamente diferente, que ya no se base en la lógica capitalista de la acumulación infinita. Una transición justa se entrelaza necesariamente con la lucha de clases y un desarrollo humano duradero, que englobe toda la cadena de generaciones humanas y la protección de la Tierra. No llegará el sol para quienes siempre han estado en la sombra.

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