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oct 2023

Trabajo decente, necesidad global urgente

10 de Octubre de 2023. Paco García Alcaraz

Cuando parece lógico seguir avanzando en derechos sociales, cuando la lucha de la clase obrera y la sociedad está logrando avances significativos, cuando más obsceno resulta el beneficio especulativo del capitalismo global, aparece un joven multimillonario CEO de una constructora de lujo australiana y reivindica un aumento del paro salvaje (hasta el 50%) y un empobrecimiento de las condiciones de trabajo para debilitar la organización obrera. Como suena. El capitalismo necesita disparar la pobreza. Un innovador el australiano.


Otro envalentonado, líder de la patronal hotelera, ha verbalizado el lúbrico sueño de sus acólitos, una minoría, convertido ya en triste chiste: “en hostelería de toda la vida se ha trabajado media jornada, de 12 a 12”. En temporada alta se trabaja más de esas 12 horas diarias y no es aceptable que el sector no promueva el respeto de jornadas y descansos, la contratación de personal suficiente, el abono íntegro y cotización de todas las horas trabajadas, da igual si en terraza, bar de copas o restaurante de postín, y, por encima de todo, que no señale los riesgos para el “negocio” de la competencia desleal que es el fraude laboral. Fraude que, además, aboca a negocios familiares a horarios imposibles y pone en riesgo económico los negocios de quienes sí cumplen leyes y convenios.

No contentos, lejos y cerca, va la derechita cobarde y la que tiene miedo a los pinganillos, pero de Grecia, y hacen una reforma laboral para legalizar jornadas de más de 12 horas… Es como legalizar el robo de agua a Doñana en lugar de perseguir los delincuentes, es un tipo de amnistía (como la fiscal, la del emérito o la de los delitos del franquismo) propia de la derecha carpetovetónica que los susodichos también planean aquí. Es un patrón. La prueba: las votaciones contra las reformas laboral y de pensiones, la subida del salario mínimo, la “excepción ibérica” y el aumento de impuestos al beneficio extraordinario de la banca. La piedra de toque: el Círculo de Empresarios de Madrid, que es España dentro de España, reivindicando el contrato temporal, abaratar el despido y la jubilación a los 72 años.

Hablando de indecentes hay que señalar también del machismo estructural y prepotente. Ese que nos ha abofeteado desde el fútbol patrio, incapaz de soportar un triunfo deportivo conseguido por mujeres, que amparó la agresión machorra de su “jefe” sobre una trabajadora. Son campeonas del mundo y mujeres que han expuesto al mundo el acoso del machismo en su organización y en su país. Pelean por acabar con él, incluso contra las opiniones, lamentables, de famosetes y de presentadores de informativos adictos a este u otro palco y de alguna gente que no quiere entender que no cabe el recalcitrante machismo ni en las relaciones laborales ni en democracia. Enhorabuena.

Es indecencia laboral no prevenir la siniestralidad. Van 86 personas muertas en Alacant desde el 2020 hasta julio 2023. El sábado pasado falleció en su puesto una limpiadora de El Campello atropellada por un conductor ebrio. La exposición al riesgo de las plantillas lleva, en este país, camino de tres muertes diarias.

El capitalismo reparte desigualdad por el mundo. Países enteros empobrecidos para sostener a una minoría enriquecida hasta la deformidad a costa de generalizar el hambre en el mundo. Según Oxfam, el 1% más rico acumula el doble de riqueza generada en los últimos dos años sobre el 99% restante. Dato impresionante ¿no? A ver este: La fortuna de los milmillonarios está creciendo a un ritmo de 2.700 millones de dólares al día, al mismo tiempo que, al menos, 1.700 millones de personas trabajadoras viven en países en los que la inflación crece por encima de los salarios. Con esa realidad, oír neoliberales reivindicando libertad e igualdad para todos los españoles suena a vacile y chiste en una cena de los idiotas. Es indecente.

Indecencia ¿genocida? es ignorar o negar cuestiones como el cambio climático, el impacto en la salud del modelo laboral y la misma actividad industrial o, incluso, imponer una lengua oficial sobre otra, también oficial, también patrimonio, también historia, también cultura, también riqueza; es el viejo analfabetismo militante renovado. Es barbarie de ineptos el cortoplacismo productivo frente un modelo económico sostenible y orientado al bienestar común y no al mejorestar de unos pocos a costa de la inmensa mayoría.

Para que esa fauna abusiva campe a sus anchas existe apoyo de gobiernos colaboracionistas. Frente a ellos, la clase obrera, los sindicatos, los partidos políticos y las sociedades que señalan, rechazan y denuncian reformas laborales que son recortes de derechos básicos, planes de ahorro que suponen debilitamiento de pensiones públicas, contradicciones como bajar impuestos a los ricos y recortar servicios públicos, becas y ayudas sociales, o medidas tendentes a debilitar, amordazar o ilegalizar los instrumentos constitucionales de la clase trabajadora y la sociedad: los sindicatos, la protesta ciudadana, la libertad de expresión, el derecho de huelga o los partidos políticos.

Este año, más que ningún otro si miramos a EEUU, hace falta poner en valor y reivindicar la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. Sí, se trata de una denominación llamativa para hacer referencia al trabajo con derechos para todas y todos, pero tal y como se están poniendo los indecentes, procede más que nunca reivindicar esa denominación internacional.

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