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nov 2023

Luces y sombras de los presupuestos

6 de Noviembre de 2023. Ana García

Convendría no subestimar la habilidad de Carlos Mazón. Durante las últimas semanas no hemos dejado de escuchar que tendríamos unos presupuestos realistas y austeros. Cuando ya nos habíamos preparado para conocer unas cuentas demoledoras, se nos presentan otras que no parecen ser merecedoras de enmienda a la totalidad. Los presupuestos regresivos que deliberadamente se habían anunciado, resulta que siguen las dinámicas expansivas que han caracterizado al Govern del Botànic, mantenimiento del gasto social incluido. Una maniobra nada ajena a la viveza del president, que ha dejado en evidencia más de un juicio preconcebido y que nos obliga a aplicar una mirada crítica, pero sin duda mesurada.


El Consell ha renunciado a incorporar la partida de 1350 millones a cuenta de la infrafinanciación autonómica. Una partida “ficticia”, tildada de poco rigurosa, pero sobre la que ha descansado el equilibrio presupuestario y el mantenimiento del gasto social del Botànic. Ahora, como si del juego de la cáscara de nuez y la bola se tratara, se ha sustituido la “falta de rigor” anterior por fiarlo todo a las transferencias del Estado, concretamente a la compensación del gasto sanitario por los desplazados (926 millones) y la estimación de que el Gobierno central ampliará un 16 % los recursos transferidos a la Comunidad Autónoma. Una estimación basada en las previsiones de la AIREF, es decir, en hipótesis más que en evidencias. En definitiva, el presupuesto vuelve a descansar sobre otra arquitectura, ¿dónde está el rigor en esta ocasión?

A pesar de los dogmas de fe neoliberales, tampoco parece demasiado realista presuponer que se vayan a recaudar cerca de 1000 millones más respecto al ejercicio 2023. Ello pese a la rebaja del impuesto de sucesiones y donaciones a las rentas altas, a través de la cual el Consell ha renunciado este año a 390 millones, cuya disminución recaudatoria –en este capítulo- curiosamente cifra en justo la mitad. Es verdaderamente sintomático cómo se estiran o contraen las estimaciones en función del sesgo ideológico con el que se mira la cuestión de la fiscalidad.

Si bien es justo reconocer y poner en valor el mantenimiento de los niveles de gasto social, también hay luces y sombras en este capítulo. El Consell ha decidido no presupuestar la partida comprometida para proseguir con la homologación progresiva de las condiciones de trabajo para el personal del Sistema Público Valenciano de Servicios Sociales, en cumplimiento de un acuerdo firmado en noviembre del 2022. Esta decisión no apunta a que la dignificación del sector de los cuidados, altamente feminizado y muy precario, vaya a ser su prioridad.

A pesar de la dinámica expansiva de estas cuentas, se han aplicado recortes muy significativos. Las tijeras se han materializado en las inversiones, el sector público instrumental, la construcción de centros educativos y otras partidas no menores, donde se adivina preocupantemente la presencia del sesgo ideológico, tales como las destinadas a la lucha contra el cambio climático y la transición ecológica, la memoria histórica, la compra de vivienda pública o la reducción del presupuesto de la Acadèmia Valenciana de la Llengua. Mención aparte merece por su importancia, el descenso del presupuesto del Servicio Valenciano de Empleo (LABORA). En un momento donde los fondos europeos van acotándose, echamos mucho en falta un mayor esfuerzo inversor de la Generalitat en Políticas Activas de Empleo para dotar de herramientas a las personas trabajadoras y enfrentar las nuevas transiciones del empleo, así como a las que actualmente están en desempleo y necesitan de una orientación, formación e inserción que les lleve a conseguir un trabajo decente.

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