28

sep 2009

Pasar de los gestos a la acción

28 de Septiembre de 2009. CCOO PV


Cada día del año nos sirve para rememorar o llamar la atención sobre algún tema concreto. Con estos gestos se pretende sensibilizar a la sociedad, a las administraciones, y a las personas que gestionan los designios de las comunidades, sobre cuestiones preocupantes, incipientes o antiguas, pero que requieren más atención de la que habitualmente suscitan.

Ése día de cada año las administraciones, los gestores, etc., realizan actos y declaraciones, con los que "parece" que se comprometen a dar un giro en la política que aplican, y a priorizar el tema en cuestión sobre otros muchos. Lamentablemente, al día siguiente el tema que preocupa es otro y, por lo tanto, el objetivo y esfuerzo de esa gestión cambia. Y así sucesivamente. En este momento hay dos citas, directamente relacionadas, que merecen una mayor consideración que la prestada por las autoridades. Una es el encuentro sobre cambio climático, que se celebra en EEUU, para acercar posturas de cara a la cumbre de Copenhague y la otra es la semana europea de la movilidad.

La influencia que los transportes tienen sobre el incremento de emisiones de CO2 y por consiguiente sobre el Cambio Climático está sobradamente demostrada: cada día laborable se realizan en España unos 123 millones de desplazamientos, la mitad de los cuales son por motivo laboral. Más de un 65% de los trabajadores y trabajadoras acceden en coche o moto a su puesto de trabajo, frente a un 15% que lo hace en transporte público colectivo y un 20% que se desplaza en bicicleta, o a pie.

Esta situación viene motivada, por un lado, por las políticas urbanísticas y territoriales impulsadas por las administraciones, y por intereses empresariales, que han desplazado los centros de actividad laboral y los polígonos industriales a la periferia de los núcleos urbanos. Esto, sumado a la utilización a gran escala del automóvil privado y del camión, en detrimento de sistemas de transporte más sostenibles, ha comportado una pérdida del bienestar colectivo y una fuente de impactos ambientales (emisiones locales y globales, destrucción del territorio, ruido), sociales (accidentalidad y exclusión) y económicos (pérdida de competitividad y costes) para el conjunto de la sociedad.

La movilidad motorizada en vehículo privado se ha convertido en un factor de riesgo laboral, ya que millones de personas realizan diariamente largos recorridos, en condiciones de tensión y congestión viaria. El resultado de este pernicioso modelo de movilidad es que más del 45% de los accidentes laborales están ocasionados por el tráfico.

Evidentemente, estos datos alarman y deben obligar a las administraciones a impulsar medidas para provocar profundos cambios de hábitos. Informar y concienciar a la población de la situación también forma parte de sus obligaciones, pero es necesario que lo hagan con rigor, aplicando políticas que inviertan decididamente la tendencia actual:

Integrando las políticas de transporte y movilidad con las de ordenación territorial y urbanística.

Introduciendo cambios normativos y fiscales que favorezcan la ecomovilidad (transporte público, bicicleta, movilidad a pie, uso eficiente del vehículo privado)

Ampliando e integrando las redes de transporte público colectivo
Impulsando medidas en los centros de trabajo para favorecer alternativas al uso masivo del vehículo privado.

Pero esto sólo será posible desde el convencimiento de que la movilidad sostenible es más segura, equitativa, saludable, eficiente, económica y competitiva, pero exige implicación, compromiso, diálogo y consenso.

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