17

sep 2010

El 29-S invierte en dignidad y en futuro

17 de Septiembre de 2010. Ángel Olmos y Enrique Ruiz

Ángel Olmos y Enrique Ruiz ex Secretarios Generales de CCOO de Camp de Morvedre-Alto Palancia


El próximo 29 de septiembre el sindicalismo de clase ha convocado una Huelga General. Una huelga no es ninguna broma, no es una fiesta, pues siempre requiere de quienes participan en ella, coraje, un enorme sacrificio y, en el mejor de los casos, la renuncia al salario. Pero es la herramienta legal más contundente con la que contamos los trabajadores para defender nuestros derechos cuando el diálogo y la negociación han fracasado. Es la herramienta que nos vemos obligados a emplear cuando la defensa de nuestros legítimos intereses se ve coartada por patronos o por gobiernos.

Si a lo largo de la Historia no hubiera habido trabajadores y trabajadoras, conscientes y dignos, que en determinados momentos no se hubieran plantado diciendo ¡basta ya!, ¡por ahí no pasamos!, estaríamos viviendo todavía en un régimen esclavista, que por otro lado es el régimen ideal al que buena parte de nuestra patronal parece desear que retornemos. No es una exageración.

Con el señuelo de términos aparentemente neutrales como "flexibilidad" o "modernización", llevan años reclamando cambios en la regulación de las relaciones laborales sin otro objetivo que debilitar la capacidad de defensa colectiva de nuestros derechos. Sin una movilización fuerte que se oponga a ello están en vías de conseguirlo, pues han logrado que el gobierno de la nación acepte mansamente sus tesis.

Un gobierno que hasta el mes de mayo defendía que no era aceptable que la salida de la crisis económica aparejara la pérdida de derechos de los trabajadores y que en un viraje espectacular de sus políticas ha pasado a defender justamente lo contrario con el ardor de los conversos. Por eso debemos responder, con la confianza de que si la respuesta es masiva y contundente podemos realmente parar la dura agresión que significa la reforma laboral en marcha.

Participar en una Huelga que esté bien fundamentada -como lo está en este caso- es una inversión. En primer lugar es una inversión en dignidad: la dignidad que se gana defendiendo junto con los compañeros lo que es de justicia; la dignidad que se gana cuando se miran de frente los problemas y se actúa en consecuencia.

En segundo lugar es una inversión de futuro. ¿Alguien piensa que el derecho a negociar un convenio colectivo, o el derecho a tener una indemnización justa en caso de despido, o el derecho a proteger la salud en el trabajo, o el derecho a una sanidad pública y universal, o el derecho a disfrutar las vacaciones, han caído del cielo? ¿Alguien piensa que esos y otros logros han sido regalados y siempre han existido? Antes de todo ello ha habido gente que se ha atrevido a decir NO. ASÍ, NO.

Y eso mismo es lo que toca gritar el próximo día 29.

Toca decirle al Gobierno que el problema mayor es el desempleo desbocado que padecemos y que el recorte brutal de gasto público va a agravar la situación.

Toca decirle al Gobierno que abaratar el despido no crea empleo, simplemente ayuda a destruirlo.

Hay que decirle al Gobierno que poner dinero público, dinero de todos los contribuyentes, para aliviar a los empresarios los costes de los despidos -incluidos los despidos improcedentes- es un despropósito y una clamorosa injusticia.

Hay que decirle al Gobierno que el recorte de los salarios públicos está presionando a la baja los salarios de todos los trabajadores.

Hay que decirle al Gobierno que, aunque trataban de vender alguna de sus medidas como el remedio para combatir la temporalidad, la cruda realidad de los datos muestra que los contratos temporales han aumentado en los últimos meses, pues siguen sin atacarse las prácticas fraudulentas en la contratación y se ha renunciado a propiciar un cambio profundo del modelo productivo.

El día 29 hay que salir a la calle para recordarle que el sistema público de pensiones no puede ser víctima de medidas unilaterales ni volver a ser motivo de desasosiego de los jubilados actuales y futuros; para recordarle que el sistema de atención a la dependencia no puede ser abortado casi antes de nacer; para exigirle una profunda reforma fiscal que aumente la progresividad de los impuestos y combata las inmensas bolsas de fraude.

Hay que hacer huelga, entre otros muchos motivos, para recordarle que la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país seguimos esperando alguna medida ejemplarizante contra los especuladores, cuyas prácticas nos han conducido a la crisis actual.

Paremos el 29s para decirle que un Gobierno que vuelve la espalda a los trabajadores y no combate las desigualdades, sino que las estimula, no es un buen Gobierno.

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