5

mar 2018

Nosotras, las mujeres

5 de Marzo de 2018. Pilar Vera

Acabo de darme cuenta que tengo, extendidos sobre la mesa montones de papeles con gráficos, datos, estadísticas... Lo he preparado todo porque no quiero que se me escape nada. Quería documentarlo todo. Verter en este artículo la realidad que vivimos día a día las mujeres, contrastada con números y datos. Digo que quería porque al ordenar la documentación percibo que alguna de las cosas que quiero plasmar ya nadie se atreve a discutirlas.


No necesito documentar que las mujeres superamos con mucho las cifras de desempleo masculino, que la vuelta al mundo del trabajo es más rápida para ellos que para nosotras, que los contratos a tiempo parcial son para nosotras (75%), porque seguimos siendo las que atendemos mayoritariamente los cuidados familiares, que la brecha salarial entre hombres y mujeres es real y cada vez mayor porque las mujeres hemos sido las grandes damnificadas de esta mal llamada crisis, que esta brecha salarial tiene su espejo en la brecha de las pensiones, que las mujeres dedicamos el doble de tiempo a trabajos de cuidados no remunerado, que en los ámbitos públicos la paridad sigue siendo un sueño, que el techo de cristal existe y el poder sigue siendo mayoritariamente «cosa de hombres», que la violencia machista es un hecho incuestionable y que ¡nos están matando!

En muy poco tiempo declaraciones como «en eso no voy a entrar» o «si a mi me preguntan, diría que mi manera de celebrarlo, sería una huelga a la japonesa», ya no son ignoradas. Son reprobadas y contestadas con afirmaciones tan contundentes como «Es tu imperativo constitucional meterte» o «a la japonesa ya lo intentamos cada día y no funciona, así que el 8 de marzo nos quitamos los kimonos y ¡paramos!».

Pero ya no se duda. Ya nadie se atreve, al menos públicamente, a manifestar que la desigualdad y la discriminación por razón de género no existen. Existen y aunque solo sea por darle un poco en las narices a algunos que piensan que los números no son cosas de chicas, ahí van algunos: El 51% de la población somos mujeres pero solo somos el 28% en los altos cargos de las Administraciones Públicas, el 37% de los cargos ejecutivos de los principales partidos políticos, el 24 % en los Consejos de las empresas del IBEX-35, el 2% en las Presidencias de las Cámaras de Comercio, el 52% somos juezas y magistradas pero solo un 43% del Consejo General del Poder Judicial es mujer, somos el 11% de las Reales Academias pero ocupamos el 98% de los empleos domésticos, de las personas que se gradúan el 58% somos mujeres pero apenas llegamos a ser ostentar un 22% de las cátedras en las universidades Públicas y el 13% de los Rectorados, apenas el 25% de mujeres son profesoras de investigación en el CSIC, solo 19% somos alcaldesas y apenas un 12% embajadoras. No lo digo yo, lo dicen el Instituto de la Mujer, CSIC, INE, MECD, EPA…

Ya que lo sabemos, las mujeres no vamos a dejar que se olvide. Porque tenemos memoria y no nos vamos a olvidar que luchamos, nos encerramos, gritamos que nos estaban matando y, señores, nos engañaron. Nos engañaron al suscribir un pacto sin alma porque no creían en el. Señores, somos más de la mitad de la población y somos diversas, si. Pero somos una. Somos una cuando decimos que si salimos por la noche queremos estar seguras, no ser valientes. Cuando mi esfuerzo se reconoce menos que el de mi compañero. Cuando mi vida profesional depende de mi vida familiar y la tuya no. Cuando el hecho de ser mujer me priva de la igualdad real.

Somos una. Pronto será el 8 de marzo y las mujeres saldremos a la calle tal y como somos: libres, unidas y diversas. Unas haremos huelga general de dos horas, otras de 24, otras colgarán el delantal, dejarán los libros o dejaran de cuidar. Pero todas volveremos a gritar que nos queremos vivas, libres e iguales. Cada una lo haremos con nuestro lenguaje, cada una con su lucha a las espaldas, con su historia. Con la historia de las que nos han precedido y la que no vamos a dejar de escribir. Pero seremos una y eso, señores, es irreversible.

 

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