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abr 2019

Cuando el silencio es el enemigo

26 de Abril de 2019. Daniel Patiño

De lo que no se habla, no existe. Lo que no existe, no importa. Por ello, merece la pena reflexionar sobre el impacto de las políticas laborales tendentes a crear entornos seguros.Las cifras de siniestralidad por sí mismas merecerían un espacio destacado en la vida pública, sin embargo, está relegada a un plano subordinado, en el mejor de los casos a la política económica, y en el peor, al lamento individual del entorno de las víctimas con su pérdida.


La insistencia de CCOO PV en resituar las prioridades sociales y transformar la sociedad sobre el soporte de la justicia social, hace que honremos la memoria de las personas fallecidas y que planteemos medidas a adoptar, desde lo colectivo a lo individual. La siniestralidad supone el fracaso anterior de un sistema preventivo, pero avanzar hacia la visión global de la integración de la prevención en todo el sistema productivo resulta el camino difícil. Porque aunar los esfuerzos en lo colectivo produce un impacto más eficaz y duradero. Y lo colectivo comienza con el reequilibrio del poder empresarial.

Contemplar el grado de inestabilidad en el empleo y las crecientes demandas de flexibilidad en el trabajo, lo único que provoca es un desajuste en las medidas preventivas y en las soluciones a adoptar. Si solo se trabaja con las víctimas, la acción sindical como mecanismo transformador del trabajo decente deviene irrelevante.

Releo atentamente los programas electorales coincidentes con esta fecha, la prevención de riesgos laborales en tres de los seis programas, precisamente de los partidos que las encuestas vaticinan mejores resultados, se manifiesta en clave de incentivos a las empresas. En dos de ellos formulan declaraciones programáticas con un nivel de abstracción elevado y uno de ellos lo enfoca desde lo colectivo hacia los mecanismos de vigilancia y control. La insuficiencia de las medidas anima a CCOO PVa reforzar el discurso y a redoblar esfuerzos en favor del objetivo. Y éste no es otro que crear, desde los espacios de participación de la negociación colectiva y el diálogo social, fórmulas y herramientas de participación del conjunto de la clase trabajadora para crear entornos seguros.

Hacemos un llamamiento a la ciudadanía para que el 28 de abril se vote en conciencia, masiva y críticamente con las políticas que centran el foco de actuación en disputas territoriales, debates pretéritos sobre derechos civiles y equidad de género que la sociedad ha superado mayoritariamente, como se demuestra en el rechazo social y las masivas expresiones de repulsa cuando se atenta desde la supremacía machista.

Y actúen. Actúen en favor de situar el mundo del trabajo como eje central de nuestras vidas, en un trabajo en el que se pueda, desde la democracia y medidas colectivas, corregir un déficit estructural en muchas de las empresas de este país. Esto no va de tener papeles para que la Inspección no me sancione. Esto va de poner a disposición de la clase trabajadora mecanismos reequilibradores que se lleven a la práctica y que eviten situaciones visibles (los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales), pero también las menos visibles (no respetar los descansos, no invertir en formación e información a las personas trabajadoras o mantener situaciones generalizadas como por ejemplo en el sector de la hostelería, que se trabaja 11 horas en turno partido, un día libre, una carga física inasumible para determinadas caracterizaciones personales, un contrato renovable de duración inferior a un mes, y todo en favor de la ocupación por Semana Santa).

Por todo eso, emplazamos a votar el próximo 28 de abril, por aquellas políticas que pongan en el centro a las personas y que corrijan la desigualdad existente, no desde el odio, el desconocimiento o la indiferencia. Exijamos un trabajo sin riesgos, porque el trabajo es mucho más que el eje sustentador de nuestra vida y la de nuestra familia, pongamos en valor nuestra seguridad y dignidad como personas.

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