8 de marzo. Camino a recorrer
En todos los tiempos y en todas las culturas ha habido mujeres exigiendo derechos y libertades, participando de la sociedad, del mundo del trabajo, de la cultura, del arte, aunque hayan sido borradas de los textos de Historia y el solo hecho de intentar ser libres hubiera sido una heroicidad en sí misma.

Eso el feminismo. Una teoría política articulada por mujeres que, tras analizar la realidad en la que viven, toman conciencia de las discriminaciones que sufren por la única razón de ser mujeres y deciden organizarse para acabar con ellas, para cambiar la sociedad, según dice Nuria Varela.
Estos últimos años, el movimiento feminista, aunque diverso y complejo, ha conseguido que la exigencia de igualdad forme parte de la agenda política, lo cuál es motivo de optimismo, nunca de autocomplacencia. Porque los datos no engañan y la realidad es obstinada.
Según el Informe sobre la situación sociolaboral de las mujeres en el País Valenciano, elaborado por el Gabinete Técnico y la Secretaria de la Dona de CC OO PV, la brecha salarial de género en 2017 (datos disponibles en la Encuesta Anual de Estructura Salarial) se sitúa en un 22,4%. La diferencia del salario medio bruto anual entre hombres y mujeres era de 5.344 euros.
Tener que hablar de brecha salarial, cuando ya en 1919 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconocía el derecho a la igual remuneración para hombres y mujeres por un trabajo de igual valor es, sin duda, penoso. La discriminación salarial ha sido siempre una de las principales reclamaciones de las mujeres sindicalistas y ya va siendo hora que deje de ser un derecho pendiente.
Son los tradicionales estereotipos de género y la división sexual del trabajo los factores que hacen que las mujeres superemos el 60%en actividades sanitarias y de servicios sociales, educación, hostelería, mientras que en las industrias extractivas y manufactureras, transporte y las TIC nos estancamos en el 30%.
Dándose la ‘casualidad’ de que son los llamados sectores feminizados, los que ofrecen peores condiciones laborales. También la jornada a tiempo parcial es claramente femenina, ya sea por opción voluntaria (reducciones de jornada por cuidado) o por imposición (por no encontrar trabajo a tiempo completo), lo que tiene su traslación en protección social y pensiones, de hecho la brecha en pensiones supera la salarial, situándose en el 35,2%.
Vivimos un momento histórico interesante, tan peligroso como esperanzador, con el resurgimiento de la extrema derecha negacionista y virulenta al que se enfrenta un movimiento feminista potente y cualiicado, aliado con gobiernos de coalición progresista. Se han adoptado medidas que consideramos importantes, como rebajar la plantilla para que sea obligatorio que una empresa tenga un plan de igualdad.
Aunque solo serán útiles en la medida en que se aplican, y ahí se centra la acción sindical de CC OO. Hay propuestas encima de la mesa largamente esperadas, como la futura Ley de igualdad salarial o la anunciada Ley de usos del tiempo. Consideramos prioritario que se aborden cuestiones relacionadas con la corresponsabilidad y la racionalización de horarios, desde una perspectiva de género.
Y es impostergable la ratiicación del Convenio 189 de la OIT para conseguir la plena equiparación en derechos y protección social de las trabajadoras del hogar, así como del Convenio 190 sobre eliminación de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo. En el País Valenciano es prioritario desarrollar el compromiso adquirido en el Botànic II de la aprobación de una nueva Ley de igualdad, así como el cumplimiento del Pacte Valencià contra la Violència de Gènere i Masclista, sin triunfalismos engañosos.
Sin olvidar las políticas activas de empleo para mujeres desempleadas con itinerarios personalizados en orientación, formación y recaliicación profesional. Las mujeres seguiremos avanzando en la consecución de nuestros derechos, en la transformación de la sociedad, sin dar un paso atrás, en estrecha alianza con todas las personas, entidades y organizaciones con las que compartimos objetivo. Por eso, este 8 de marzo, hacemos un llamamiento a salir a las calles para que ninguna mujer, por el hecho de serlo, sufra discriminaciones o vea lesionados sus derechos. Porque nos queremos vivas, libres y unidas
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